lunes, 26 de julio de 2010

Que es un COMIC

Cómic o Tebeo, narración contada por medio de una serie de dibujos dispuestos en líneas horizontales y que se leen de izquierda a derecha. Estas imágenes habitualmente están separadas unas de otras y quedan contenidas dentro de los límites de unos cuadros rectangulares (viñetas), aunque estas viñetas no se utilicen siempre. Cuando se asocian palabras con las imágenes, aparecen dentro de la viñeta, con frecuencia en cuadros explicativos o “leyendas”, o dentro de “globos” o “bocadillos” que salen de la boca del que habla para representar una conversación; o de la cabeza, en nubes, para representar el pensamiento. El texto puede aparecer completamente separado de la imagen, e incluso puede no haber texto en absoluto. Las palabras pueden estar escritas a mano o de modo mecánico.
Los artistas han desarrollado un vocabulario visual para representar los efectos sonoros; y utilizan símbolos y otros recursos gráficos con objeto de expresar una amplia variedad de elementos narrativos. Estas narraciones aparecen en forma impresa, en publicaciones periódicas específicas, también conocidas en Estados Unidos como cómics, aunque en España se ha popularizado la palabra tebeo, derivada del título de una revista infantil llamada T.B.O., y en algunos otros países de habla española se conocen como historietas. También aparecen en revistas de información general, en diarios, muchas veces en secciones especiales, y en libros.
Las secuencias de un cómic varían desde una sola hilera, habitualmente horizontal, de un diario, la “ tira cómica”, a las composiciones más complejas de viñetas de muchas páginas en lo que a veces se conoce por “novelas gráficas”. El término cómic deriva de sus orígenes cómicos, pero el humor no es un elemento definitorio, pues el medio se ocupa de asuntos tan variados como pueda hacerlo la literatura o el cine.
Algunos críticos mantienen que las vidrieras, el tapiz de Bayeux, e incluso las primitivas pinturas rupestres, los jeroglíficos egipcios, los dibujos de las civilizaciones precolombinas, como el lienzo mexicano de Tlaxcala, y también la columna de Trajano, en Roma, se cuentan entre los antecesores del cómic, pero su historia se relaciona más correctamente con la de la imprenta y la caricatura. Primitivos ejemplos incluyen los grabados en madera alemanes de fines del siglo XV sobre temas religiosos, políticos y morales. Las ilustraciones se hicieron especialmente complicadas con las técnicas de grabado e impresión de letras en toda Europa. En Inglaterra, hacia 1862, Francis Barlow utilizó bocadillos parecidos a banderas o rúbricas en sus hojas de propaganda de El espantoso asunto infernal de los papistas. Más tarde, en 1732, los vicios y los disparates sociales de la época fueron satirizados en Vida de una cortesana, de William Hogarth, la primera de sus ilustraciones morales sobre asuntos modernos, presentados en colecciones de grabados para ser leídos en secuencia como un relato. Su éxito fue una prueba del apetito del público inglés por las narraciones satíricas.
La intención moral y el detallado dibujo lineal de Hogarth, sin embargo, en Inglaterra pronto quedaron eclipsados por la moda de las caricaturas sociales y políticas, cuyos rasgos exagerados, líneas simplificadas y humor sobre cuestiones de actualidad se convirtieron en parte integrante del cómic moderno. Otros importantes desarrollos de este periodo fueron el perfeccionamiento de los bocadillos con lenguaje hablado, en especial en los dibujos de James Gillray, y la creación en 1809, por parte de Thomas Rowlandson de la serie de aventuras de un personaje dibujado, El viaje del doctor Syntax, cuyo atractivo popularizó los sombreros, pelucas y casacas de Syntax.
En 1827, inspirado por el doctor Syntax, de Rowlandson, que se tradujo al francés, y por los grabados de Hogarth, Rodolphe Töpffer, un profesor de Ginebra, empezó a escribir y dibujar sus propias novelas en imágenes, al principio para sus pupilos y amigos, pero a partir de 1833, animado por las alabanzas de Goethe, las publicó él mismo. Töpffer también fue el primer teórico de los cómics, analizando el nuevo medio de expresión en su Ensayo de fisionomía (1845). Sus álbumes fueron traducidos y plagiados, aunque sólo unos pocos artistas europeos desarrollaron sus innovaciones. Otro pionero fue el joven Gustave Doré, pero abandonó sus notables cómics por la ilustración.
El más destacado heredero de Töpffer fue el alemán Wilhelm Bush. En común con muchos artistas europeos de cómics que trabajaban en las nuevas revistas humorísticas de esta época, Bush no hizo uso de los bordes en las viñetas ni de los bocadillos para el habla, y sus textos, con frecuencia en verso, aparecían impresos debajo de sus dibujos. Su estilo audaz y animado, y sus metáforas visuales, que reflejaban el movimiento y los estados psicológicos, fueron muy imitados. La más celebrada de sus creaciones, el travieso dúo, Max y Moritz, que se inició en 1865, terminó convertido en modelo de varios cómics británicos y estadounidenses.
Busch también influyó en el personaje de cómic británico Ally Sloper, concebido en 1867 para Judy, un rival del Punch, de Charles Ross, ilustrado con el seudónimo de Marie Duval por su esposa francesa Emilie de Tessier, entonces la única artista de cómic femenina de Europa. Ally se hizo tan popular que en 1814 contó con su propia revista.
Hacia 1890, los semanarios estadounidenses de humor y dibujos humorísticos como Puck, Judge y Life, sufrían gran competencia debido a las revistas de las grandes ciudades. Los dibujantes más importantes de estas revistas fueron contratados por los nuevos suplementos dominicales en color. Especialmente el World, de Joseph Pulitzer, y el Journal, de William Randolph Hearst, publicados en Nueva York, empeñados en una feroz guerra de circulación en la que las nuevas secciones de cómics demostraron ser unas armas importantes y rentables.
En 1895, Richard Felton Outcault, publica en el diario World una historieta que cubre tres cuartos de página. Su protagonista es un joven chino bajo y vivaracho, de nombre The yellow kid (El niño amarillo). Va a dar su nombre a la prensa de Hearst, 'la prensa amarilla', y revolucionará el arte aún incipiente, pues es el primer personaje comercial que habla utilizando globos y que, en ocasiones, llega a dar a conocer sus monólogos internos por medio de textos impresos en su propia camisola.
Posteriormente Hearst encargo a Rudolph Dirks, de origen alemán, la creación de una versión de Max y Moritz, de Busch, titulada The Katzenjammer Kids —conocidos en español como Los gemelos y el capitán, Los dos pilluelos y Tin y Ton y el capitán Corretón—, en 1897. Siguió un periodo de experimentación sin precedentes en tiras cómicas dominicales como Happy Hooligan, de Frederick Burr Oppers, Buster Brown, de Outcault, y sobre todo Little Nemo en el País de los sueños, de Winsor McCay, alcanzando alturas sublimes en Krazy Kat (El gato loco), de George Herriman.
Estados Unidos ofreció con el cambio de siglo el medio adecuado para que los cómics se desarrollaran como un fenómeno artístico y comercial. La creciente población, incrementada por muchos europeos inmigrantes, adoptó los cómics como una diversión barata, como un espejo de su vida, y hasta como un modo de aprendizaje del inglés para adultos y niños. Los periódicos proliferaban y sus editores estaban dispuestos a invertir en talentos creativos y tecnología de impresión para incrementar sus lectores. Las tiras cómicas, los cómics, proporcionaban ingresos extra al ser vendidas a otros periódicos por medio de cadenas de prensa, y también como juguetes y dibujos animados, y para programas de radio. Finalmente a los dibujantes con talento se les concedió plena libertad para realizar páginas enteras a todo color.

No hay comentarios:

Publicar un comentario