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lunes, 26 de julio de 2010

Roland Barthes

La Semiótica tiene muchas historias, reconstrucciones, problemas y rutas posibles. La intención de este trabajo es compartir una de esas rutas, la ruta que ha seguido la Semiótica en el marco de un programa científico sobre comunicación, en el marco del programa de la Comunicología posible. Lo que se muestra no es, por tanto, una investigación terminada, sino el desarrollo de una investigación en proceso que tiene al centro de su reflexión a la Semiótica, al campo de estudio de la comunicación y al programa de la Comunicología. De esta forma, el trabajo se encuentra organizado en cuatro secciones, las cuales corresponden a etapas o periodos del proceso de investigación. Por lo tanto, la primera sección centra su atención en los problemas y límites de la reconstrucción de la historia del pensamiento semiótico independiente del estudio de la comunicación. La segunda sección centra su atención en la relación/intersección entre la Semiótica y el estudio de la comunicación, lo que funciona al mismo tiempo como antecedente inmediato de la tercera sección, centrada en las implicaciones de pensar semióticamente al objeto comunicación y a su estudio. Finalmente, la cuarta sección explora las rutas posibles para un diálogo entre Semiótica y Comunicología, y plantea al mismo tiempo algunos problemas a resolver en el futuro inmediato. Como se puede observar, el trabajo da cuenta de un proceso de investigación aún en curso.
Presentación
Estamos cerca de llegar a la primera década del siglo XXI y aún seguimos mareados después del paso tan violento que tuvo el proceso científico del siglo XX en todos los espacios académicos, de investigación y en la vida social. Parte del mareo se debe a la velocidad de los cambios y a la incapacidad del ser humano de procesarlos de forma simultánea, parte es debido al desconocimiento de ese movimiento y a la comodidad de vivir mejor en el espacio seguro de una década histórica, en el recuerdo de la estabilidad del pensamiento, pero quizá un elemento central de ese malestar sea la cada vez más evidente necesidad de pensar el mundo que nos rodea desde puntos de vista diferentes, desde posiciones que nos permitan observar la complejidad de nuestro mundo actual para poder actuar en él. Sin embargo, lo que la historia nos ha enseñado es que las propuestas que inauguran espacios de reflexión, que presentan objetos de estudio novedosos, que integran más de una disciplina para problematizar la realidad biológica y social o que se plantean como puntos de vista cosmológicos emergentes; al principio sean vistas con recelo, con duda y, en más de una ocasión, como una pérdida de tiempo. Pero si bien algunas de esas críticas han resultado correctas, muchas otras han sido desafiadas por la abrumadora evidencia de la utilidad de sus principios, es decir, es la evidencia del movimiento del pensamiento científico en donde algunos principios permanecen pero muchos otros se niegan, se completan o se rebasan (Piaget y García 2004; Khun, 2006; Chalmers, 1982). Así, varias de las ciencias y disciplinas científicas transitaron por el siglo XX, pero a muchas otras les ha tocado emerger en este periodo, confrontar la norma y cuestionar lo establecido1. Esa es precisamente la historia del estudio de la comunicación. A principios del siglo XX se comienzan a configurar los estudios de comunicación en EE. UU. y posteriormente se extendió la importancia de su reflexión a todo el mundo. Pero desde entonces es mucho lo que ha pasado. Se han propuesto recuentos de su propia historia, principios teóricos sobre su naturaleza, se la ha conceptualizado como proceso, como elemento de organización de lo social, como principio de la complejidad y de los procesos cognitivos o como un espacio disciplinar. El movimiento más reciente ha sido su institucionalización, su incorporación como oferta académica en la vida social, un paso que para algunos ha sido el más costoso, pero no obstante las contrariedades de su existencia, es posible nombrar genéricamente un campo académico que articula algunas de las principales reflexiones sobre su naturaleza. Casi desde sus inicios, la centralidad de la reflexión sobre la comunicación ha ido acompañada por los medios de comunicación, el gran objeto de investigación, pero esta centralidad junto con su proceso de institucionalización han tenido un fuerte impacto en lo que a sus principios constructivos se refiere. Esto es a lo que John Durham Peters ha llamado la pobreza intelectual en la investigación de la comunicación, al argumentar que los debates sobre comunicación “también tienen una etiología más específica que tiene que ver, en buena medida, con los intentos paradójicos de crear una entidad institucional particular (un campo académico) fuera de una entidad intelectual universal (comunicación). En el cruce entre la institución y el intelecto, el segundo históricamente ha perdido” (Peters, 1986:528). Si bien la consideración de Peters mueve la discusión hacia el binomio conocimiento-institucionalización, lo importante a reconocer es que hasta ahora no hay una forma de entender al objeto comunicación y a su estudio, como tampoco al nivel científico de su organización.
El mismo Peters (1986) reconoce a Wilbur Schramm2 como una figura clave en este movimiento hacia la institucionalización (por lo menos en EE.UU.), pero también hacia la pobreza intelectual, pues la coartada no era la fundamentación de un espacio científico autónomo, sino la institucionalización de un espacio de reflexión compartido. Es también en este momento cuando aparece la metáfora del modelo matemático de la información de Claude Shannon (1948) extendida como principio constructivo, como teoría de la comunicación. El movimiento posterior es la relación de ese espacio institucional con una gran variedad de disciplinas científicas (aunque casi siempre a la sombra de la Sociología, una de las fuentes más importantes del pensamiento en comunicación) como la Filosofía, la Biología, la Cibernética, la Semiótica, la Economía Política, etcétera. Lo anterior sugiere que, auque no se encuentre articulado o claramente reconocible, es posible hablar de un campo académico institucionalizado. Por ejemplo, para Enrique Sánchez, “la comunicación no es una ciencia. Es un «objeto de estudio». Tampoco es una disciplina, por lo menos en el sentido fuerte que denota sinonimia de «disciplina» con «ciencia», aunque incluye los dominios humanísticos” (2002: 26). Pero quizá habría que hacer un matiz sumamente importante que el mismo Sánchez hace, dado que, si bien no hay disciplina, sí hay campo en un sentido más sociológico que epistemológico, es decir, que existen objetos de estudio y una comunidad que se interesa sistemáticamente por ellos. Por lo anterior sugiere que algunos temas de suma importancia para la agenda actual debiesen ser “la continuación de una discusión fundamentada sobre el estatuto epistemológico de las llamadas «ciencias de la comunicación», sobre su estatuto disciplinar, su relación con otros dominios científicos, etc.” (Sánchez, 2002:27). Entonces hay campo pero no ciencia.
El problema de la pronta institucionalización del campo de la comunicación ha tenido como una de sus consecuencias más serias la poca reflexión sobre sus principios epistemológicos, sus conceptos constructivos, su propia genealogía histórica o sobre la validez de los principios teóricos que supone se encuentran en la base de su práctica de investigación y reflexión. La cuestión es que la crítica a esos principios constructivos o a la inexistencia de ellos causa mucho malestar, sobre todo porque la práctica de investigación cotidiana, con los medios al centro de la discusión, sugiere no haber requerido de un examen semejante. Es, por tanto, en este contexto donde nace a principios del siglo XXI una propuesta constructiva de una ciencia de la comunicación, un nuevo tipo de malestar tanto para la comunidad académica como apara aquellos que caminan paso a paso al lado de las incertidumbres, problemas y rutas posibles de una propuesta científica emergente. La idea de base es que la ciencia de la comunicación, la Comunicología, es posible, pero no necesaria.
El caso es que en varias generaciones de trabajo académico sobre la comunicación, tenemos brotes de estudios comunicológicos, algunos ensayos de prospectiva y evaluación, una serie de nombres para una historia por escribir, pero no un campo académico con un nombre que lo ponga en forma, comunicología. Y este es el punto. Ante la abundancia del material por organizar, la multiplicación de propuestas, y la aparente diversidad de apuntes sobre algo llamado comunicación, tal vez es el momento de intentar una sistematización, un ajuste formal de conjunto, para proponer un programa de construcción de una comunicología posible (Galindo, 2005b:28).
El programa de sistematización comunicológica ha seguido y sigue varias rutas. En la primera etapa se trataba de un trabajo con descriptores conceptuales de contenido sobre la bibliografía asociada a la comunicación y de este asunto ya se tiene un primer resultado (Galindo, Karam y Rizo, 2005)3. De esta primera aproximación fue posible identificar líneas de desarrollo conceptual y matrices conceptuales para formular desde ahí una hipótesis sobre las fuentes históricas-científicas4 de la comunicación y una propuesta preliminar del concepto de comunicología5. El segundo gran movimiento fue la profundización en cada una de esas fuentes históricas y científicas, trabajo del que igualmente se tienen algunos resultados preliminares [Galindo, en prensa (a)], pero del que aún quedan muchas cosas por decir. Y de eso es precisamente de lo que nos ocuparemos en las siguientes líneas, de profundizar únicamente en una de esas fuentes: en la fuente Semiótica. Lo importante aquí a resaltar es lo que ha sucedido en la relación entre el estudio de la comunicación y la semiótica y los retos que enfrenta no sólo el propio estudio de la comunicación, sino la Comunicología en su intento de constituirse como punto de vista específico, como mirada cosmológica. Lo que se apunta hacia el futuro es un gran reto, la contraposición con un punto de vista con aspiraciones similares y bajo conceptualizaciones similares. El movimiento contemporáneo de la Semiótica ha colocado al centro de su propia conceptualización a la semiosis, los signos y a la comunicación. El reto de la comunicología será formular un punto de vista que no sea redundante con el de la semiótica o con el de cualquier otra fuente histórica y científica.
Por lo tanto, lo que las siguientes líneas intentan mostrar no es una exposición detallada de la semiótica, sus principios, sus autores o su mapa conceptual (aunque sí se presentan algunos elementos), sino de contar brevemente la historia y el desarrollo de la propia Semiótica, primero como fuente independiente de la comunicación y, después, en su relación con el campo de estudio de la comunicación. En segundo lugar nos interesa resaltar la importancia del pensamiento semiótico de la comunicación y, finalmente, los retos que la propia semiótica le presenta a un proyecto científico sobre la comunicación. Cómo se puede ver, la intención es relatar de manera breve una forma de trabajo y exploración y, al mismo tiempo, compartir con la comunidad académica en general las rutas, los problemas y las preguntas que aún quedan por resolver. De esta manera, los elementos antes descritos corresponden al contenido de las tres secciones subsiguientes y representan al mismo tiempo el itinerario del recorrido de las líneas que siguen a continuación

Potencias de Representacion Visual

1. Lo virtual.
a. La imagen de vigilancia como signo y experiencia virtual. Del latín virtualis , que deriva de virtus: fuerza, potencia. En filosofía escolástica, lo virtual existe en potencia pero no en acto. Lo virtual tiende a actualizarse, aunque no se concretiza de un modo efectivo o formal. Virtualidad no se opone a lo real sino a lo actual. A diferencia de lo posible (“no dinámico”, ya constituído), lo virtual es el conjunto problemático que acompaña a un acontecimiento, objeto o entidad, en nuestro caso la imagen de vigilancia digital, y que exige una resolución, es decir, una actualización.
2. Lo actual, actualización, lo contingente.
a. La imagen de vigilancia digital, entra en la necesidad de una actualización. La actualización corresponde al paso del sistema virtual (numérico) de la imagen de vigilancia en estado numérico, al proceso de visualización, para entrar en un proceso semiótico de interpretación pragmática y contextos diversos. La actualización de la de imagen de vigilancia digital es una operación por la que se hace presente (visible) el código numérico binario, es decir, como existencia actual in presentia, y propia del eje sintagmático de la imagen.
3. Virtualización.
La imagen de vigilancia digital participa de la virtualización. La virtualización es el movimiento inverso a la actualización. Se entiende aquí la virtualización como dinámica, como el momento de captura de lo analógico y como procedimiento de conversión hacia lo digital. La virtualización no es una desrealización (transformación de una realidad en un conjunto de posibles), sino una mutación de identidad, un desplazamiento del centro de gravedad ontológico (todo en palabras de Lévy, 1998: 18), del objeto considerado. La entidad (objeto, empresa, organización) virtualizada encuentra así su densidad en un campo problemático de susceptible resolución o actualización. La virtualización en la imagen de vigilancia digital es uno de los principales vectores de la creación de realidad. (Lévy, 1998: 18)
4. Desterritorialización
a. La imagen de vigilancia digital goza de otra modalidad fundamental que le atribuye la virtualización, que es la separación del aquí y ahora. La desterritorialización está dada en dos vertientes:
i. La condición virtual es una forma de existencia que implica “ser ahí”, o “ser/estar fuera de ahí”, una forma de existencia electromagnética, numérica, que se verifica al momento de su actualización.
5. Intertextualidad
a. La imagen de vigilancia digital es de por sí intertextual como objeto semiótico. Pero además participa de un tipo de intertextualidad más amplia, y más amplia que la del texto analógico, debido a la posibilidad de transitar en contextos semánticos múltiples y diversos; debido al contexto intratextual en que pueda ser insertada y a la posibilidad hipertextual y multimediática a la que puede ser sometida y de ello su polisemia.
b. La intertextualidad es el conjunto de unidades en que se manifiesta la relación entre el texto analizado/es decir, la imagen de vigilancia digital, y otros textos leídos, escuchados, visualizados, ya sea parcial o totalmente, ya sea literalmente, ya sea renovados y metamorfoseados creativamente por el usuario, pues los elementos extratextuales promueven la innovación (virtual).
6. Complejidad
La imagen de vigilancia digital participa de la complejidad como función de la productividad de nuevos textos y significados. El número de nuevos textos semánticos en relación con los textos visuales previos no refleja necesariamente la complejidad, pero la productividad semiótica es un factor de dicha complejidad.
7. Alteridad
a. La imagen de vigilancia digital tiene la propiedad y condición de “ser otro” o “ser otra”. Ante su necesaria exposición como identidad, la alteridad de la imagen de vigilancia digital, está definida por la relación de presuposición recíproca que ambos conceptos tienen.
b. De la misma manera que la identificación permite estatuir la identidad de dos o más objetos, la distinción o diferencia, es la operación por la que se reconoce su alteridad, la imagen de vigilancia es siempre una alteridad.
8. Polisemia
Pluralidad de significados de la imagen de vigilancia digital, diversidad de referencias semánticas poseídas por el signo u objeto semiótico expresados en la imagen de vigilancia digital.
9. Transcodificación
Es la operación o conjunto de operaciones por las que un elemento o un conjunto significante, es decir, una imagen de vigilancia digital, se traslada de un código a otro, de un sistema semiótico a otro. Cuando la transcodificación obedece a reglas de construcción determinadas, según un modelo retórico o científico establecido, entonces puede funcionar y equivaler a un metalenguaje. Esto es, la imagen digital permite construir un metalenguaje de sus propias reglas de funcionamiento, comportamiento y construcción.
10. Fragmentación
a. Segmentación posibilitada en píxeles, en el caso de la imagen de vigilancia digital, dado en secuencias o unidades textuales, operación dada en el eje sintagmático de la imagen y del conjunto del hipertexto.
b. Fragmentación es también categorización efectuada en la diversidad de sistemas semióticos en los que participa la imagen de vigilancia digital.
11. Continuo
a. En la imagen de vigilancia digital es la capacidad de la misma en mantenerse sin cambios, la actualización es un fenómeno discreto que articula la trama digital y virtual en tiempo y espacio directos, presenciales, vigilancia en tiempo real.
b. La calidad de continuo es aplicada igualmente a las imágenes que tienen unión, unidad y proximidad. Imagen de vigilancia digital como un compuesto de partes unidas entre sí y entre otros sistemas semióticos.
12. Discreto
a. La imagen de vigilancia digital participa ampliamente de la calidad de lo discreto o discontinuo, dada las cualidades de su estructura numérica, expresada en unidades mínimas o píxeles, desarticulable, y que permite interrumpir su estado continuo espacio-temporal.
b. Lo discontinuo o discreto en la imagen de vigilancia digital se entiende como un conjunto de instantes, puntos, píxeles, o posiciones interrumpidas, divididas o intermitentes, separadas, distintas o aisladas.
13. Estructura
a. La imagen de vigilancia digital responde a una estructura considerada como entidad “autónoma” de relaciones internas, constituidas en jerarquías, llamada igualmente arquitectura de la imagen digital.
b. Arquitectura de la imagen de vigilancia digital es igualmente una arquitectura conceptual, narrativa, histórica, estructuralmente semántica, que permite crear un espacio-tiempo virtual para habitar y recorrer simbólicamente un tiempo y un espacio imaginario o histórico, narrativo de la vigilancia, la imagen de la vigilancia como estructura narrativa.
c. Estructura de la imagen de vigilancia digital como una red relacional o red de relaciones, cuyos elementos la constituyen, claramente expresadas en la imagen digital en el escenario del hipertexto y la Internet
d. Red relacional implica intersecciones, en una magnitud descomponible en partes, una jerarquía que mantiene relaciones con el todo y a su interior.
14. Combinatoria
a. La imagen de vigilancia digital está sujeta ha llamado “ars combinatoria”, que partiendo de un pequeño número de elementos simples, permite formar un elevado número de combinaciones de elementos en una misma unidad visual.
b. Es igualmente en la imagen de vigilancia digital y su aprendizaje, un procedimiento de engendramiento de unidades complejas, desde unidades simples.
15. Entropía
a. En la imagen de vigilancia digital, la entropía es una medida de la incertidumbre existente ante un conjunto de mensajes, de textos, de los cuales va a recibirse sólo uno.
b. Medida del orden del sistema semiótico de la imagen de vigilancia digital, al interior y la posibilidad de desordenarse.
c. Entropía de la imagen de vigilancia digital alude a la imagen como sistema de información, y se refiere a la cantidad de información asociada a una imagen determinada. Una entropía baja se asocia con frecuencia a una gran calidad estética, aunque tal relación no es ni necesaria ni frecuente.
16. Fusión
a. La imagen de vigilancia digital permite fácilmente el acto y efecto de fundir. Reducir a una sóla cosa dos o más cosas. Mezclar imágenes, sonidos, gráficos, textos escrito, música, etc.
b. Tele-vigilancia como forma de asociación, Sheler ve en la fusión afectiva en una unidad metafísica del mundo, unidad que exige la diversidad de actantes.
17. Heterogeneidad
a. La imagen de vigilancia digital es heterogénea, ya que sus elementos hipertextuales en la red y fuera de ella, tienen propiedades de tal modo diferentes que no pueden inscribirse en una mima y única clase.
b. Heterogeneidad de la imagen de vigilancia digital es la mezcla o compuesto de partes de diversa naturaleza, que buscan una unificación.
18. Multiplicidad
a. La multiplicidad en la imagen de vigilancia digital se expresa como abundancia excesiva de signos y sistemas semióticos simultáneos.
b. Multiplicidad de la imagen de vigilancia digital como dispersión ilimitada o dispersión desordenada, y al mismo tiempo como el orden de una multiplicidad determinada, tanto en lo sintáctico numérico de los elementos visuales como discursivos conceptuales.
19. Sincretismo
a. La imagen de vigilancia digital participa de un sincretismo hipertextual y multimediático, de discursos, técnicas y sistemas semióticos disímiles conciliados en como una superposición o fusión de textos, con tendencia hacia la síntesis.
b. Sincretismo de la imagen de vigilancia digital como superposición de términos y categorías heterogéneas, integradas con ayuda de una magnitud semiótica visual (o lingüísica).
c. La tele-vigilancia entra a la lógica del sistema tecnológico de la Internet, el cual es sincrético, y lo estrictamente digital tiende a la síntesis de un sistema multimediático aunque monodigital, o monolítico-digital, tiende a excluir la noción de lo tangible, tridimensional.
20. Pluralidad
a. La imagen de vigilancia digital goza de multitud de elementos y sistemas semióticos asociados.
b. Pluralismo de la imagen de vigilancia digital como reconocimiento de interpretaciones diferentes al que está sometida el discurso de la imagen, interpretaciones dadas en una diversificación de factores, situaciones, contextos o desarrollos en el tiempo y la cultura, sobre el campo del sistema semiótico de una misma imagen.
21. Sinergia
En la imagen de vigilancia digital, la sinergia se manifiesta como la coordinación y convergencia de diferentes signos y sistemas semióticos, como acción combinada de diferentes factores intereactuando de manera cooperativa, en un reforzamiento recíproco semántico de los elementos así dispuestos.
22. Diacronía
a. La imagen de vigilancia digital llega a la categoría de la instantaneidad, o evolución a través de la duración de la imagen en el momento de su actualización.
23. Sincronía
a. La sincronía es el estado de una imagen de vigilancia digital o de un signo visual digital, en un momento dado de su existencia histórica, un aspecto estático del tiempo del estado de la imagen sin consideración de los fenómenos de evolución de la misma, como sistema semiótico. Es útil en el análisis e interpretación histórica de la imagen de vigilancia y sus contenidos.
b. En la imagen digital la sincronización reemplaza la unidad de lugar y la interconexión a la unidad de tiempo
24. Simultaneidad
a. En la imagen de vigilancia digital, la simultaneidad es un fenómeno espacio-temporal ubícuo, ya que es posible actualizar la imagen en al cualquier tiempo y cualquier espacio.
b. Discursivamente la imagen de vigilancia digital experimenta igualmente un efecto de simultaneidad en la pluralidad multitextual e hipertextual virtuales, en pantalla o cualquier otro soporte.
25. Verosimilitud
a. La imagen de vigilancia digital, pasa necesariamente por la asimilación del concepto de versosimilitud, entendida como discurso de lo posible o de lo “imposible verosímil”, como discurso de la factual, “lo que parece verdad”, más no como discurso de verdad o de la verdad, a pesar de que se inscribe como pieza clave de la retórica de la legalización de la identidad y lo factual.
b. La imagen de vigilancia digital participa de la verosimilitud como ficción realista, definida por Aristóteles como alternativa artística al principio de verdad.
26. Imaginario
La imagen de vigilancia digital entra en la trama de lo imaginario, como un conjunto de imágenes compartido por una sociedad, o por un colectivo o grupo social. Imagen como instrumento cognitivo y expresivo. El imaginario del signo visual digital abarca representaciones, evidencias y presupuesto normativos, retóricos, implícitos, que configuran un modo de concebir, imaginar y visualizar el mundo y su organizaición, las realciones sociales, la identidad individual, grupal y colectiva, los ideales y los modelos paradigmáticos a seguir.